Braulio Ortiz ha escrito para El Día de Córdoba un nuevo texto sobre Mente animal, y sólo puedo agradecerle con total sinceridad que haya leído el poemario con tanta atención y que lo haya tratado con tanto cuidado. Su generosidad es mayúscula. Y su facilidad para extraer de los poemas lo esencial fijándose en los rincones más reservados, hablando de la «intimidad áspera y dolorosa» del libro, me ha desarmado por completo. Reproduzco aquí su reseña con un inmenso ¡gracias!
En la obra de Pilar Adón, la naturaleza no se muestra como un refugio amable: es un espacio inhóspito, un paisaje en el que las ramas se tuercen hacia el lado de la sombra. Incluso la belleza de la tierra brinda a veces al visitante la perplejidad: «Regresan las hojas nómadas. Y pienso: / si la naturaleza es hermosa, ¿por qué yo no?», se interroga la voz de Mente animal, el libro con el que la autora vuelve al mundo rural que abandonaron sus padres y habitaron sus abuelos para reflejar allí el escalofrío y la desazón de la experiencia humana. Adón sabe que en las tardes de cielo limpio también resuena la tormenta, como si en el campo fuera más evidente que el hombre no es sino una criatura salvaje. Un pueblo puede ser el escenario del rencor, del suicidio, de la maledicencia, un enclave marcado por una leyenda oscura: «Usaron las piedras del primitivo puente / y las de la granja del abuelo / que no pudo pagar porque se lo gastó en vino. / Usaron las piedras de la ermita / y todos los niños de la casa nueva / nacieron muertos».
Tras La hija del cazador, la escritora madrileña vuelve a cargar el rifle, y firma uno de los libros más rotundos de 2014, un poemario descarnado y bello en el que a pesar de la crudeza de los ambientes descritos nada parece gratuito o forzado, todo está narrado con una austeridad y una contención admirables. Adón es cada vez más consciente de la plenitud de sus recursos y no necesita recurrir a golpes de efecto: Mente animal es un libro de una intimidad áspera y dolorosa, y sus versos poseen una autenticidad incontestable.