jueves, 25 de junio de 2015

Leo en Viena

El año pasado, por estas fechas, leíamos en Viena aprovechando un concierto de Pearl Jam.


viernes, 19 de junio de 2015

Spandau Ballet en Madrid

Tras el concierto de ayer, tras el reencuentro con las amigas de siempre, la revisión de bolsos a la entrada, las prisas para lograr un buen sitio en segunda línea de pista y la emoción desde el primer minuto hasta el último, me quedo con la elegancia de este grupo, su amabilidad, su saber estar en el escenario y el magnífico rato que nos hicieron pasar.

Como ellos mismos dicen en cada concierto de las últimas giras, son ya muchos años juntos.






Y aquí dejo la crónica de quien estuvo a mi lado durante todo el concierto, y que explica a las mil maravillas lo que significaron estos «nuevos románticos» para la mayoría de las que fuimos a BUP en los ochenta: Spandau Ballet, revival quinceañero, por Conchi Moya, la misma amiga con quien más tarde descubriría a The Smiths y The Who en largas jornadas musicales en el salón de su casa.

viernes, 12 de junio de 2015

Canciones que no puedo oír

Porque me gustan demasiado.

Y no quiero quemarlas, gastarlas, arruinarlas.

Aquí va la quinta:



«E-Bow the Letter», de R.E.M.

martes, 9 de junio de 2015

Lulu

Coincidiendo con la visita de Enrique a Bucarest, donde se va a reunir con Mircea Cartarescu, recupero este booktrailer que hicimos en Impedimenta para el lanzamiento de su novela Lulu, con traducción de Marian Ochoa de Eribe.



Largas horas eligiendo imágenes y música. ¡Grandes momentos!

viernes, 5 de junio de 2015

Oso

Ayer tuvimos club de lectura sobre la novela Oso, de Marian Engel, con traducción de Magdalena Palmer, en la librería Intempestivos de Segovia.



Más allá de las relaciones de la protagonista, una bibliotecaria llamada Lou, con el oso del título, más allá de lo nada o muy escandalosas que esas relaciones les puedan parecer a algunos lectores y más allá del pequeño terremoto interior que puedan causar, la novela es excepcional desde la primera página por atreverse a tratar el tema que es en realidad la esencia del libro: la facilidad y la naturalidad con que una mujer se dispone a sobrevivir sola en una isla canadiense, a ejercer su trabajo, a amar a quien quiere amar y, además, ser feliz. Tras leer las descripciones que Marian Engel hace del entorno, de la llegada de Lou a su isla, de su soledad, su adaptación a la incomunicación, su comunión diaria con los libros que ha de catalogar, sus paseos, sus baños y, sobre todo, su transformación mental y física (pasa de tener una mente dependiente a sentirse liberada, de tener un cuerpo de silla y sedentarismo a sentirse fuerte), dan ganas, como mínimo, de empezar el libro de nuevo.



En el club hablamos también de la maravillosa manera que tiene la autora de no antropomorfizar al oso, de no cargarle de cualidades humanas, de no hacer del animal una caricatura Disney, y de esa mansión victoriana en la que Lou se instala para llevar a cabo su labor de catalogación de libros y que pertenecía, en principio, a un excéntrico coronel. Y digo en principio, porque él resultó ser ella.


Después de leer Oso, supe que en algunas universidades la novela forma parte del plan de lecturas de la asignatura de ecofeminismo, un término que no había oído en mi vida, pero que me resultó perfecto para unir dos de los temas que más me interesan en la actualidad. Así que tengo ya dispuesto para este verano el libro Ecofeminismo para otro mundo posible, de Alicia H. Puleo, publicado por Cátedra. La sucesión de lecturas se establece siempre de la misma manera, es evidente: un libro lleva a otro.