Durante la presentación de Mente animal en Intempestivos, ese espacio en el que me habría quedado a vivir. Blanco, limpio, repleto de libros, de sillones y de rincones en los que sentarse a leer con una infusión humeante entre las manos y olvidarse del mundo, del ruido, del cansancio diario. Todas las imágenes que guardo de la tarde de ayer son deliciosas y todas mis palabras de agradecimiento. Para los libreros, para la presentadora, para los asistentes que me hablaron con tanta pasión de María Zambrano… Es imposible sentirse más arropada, más leída, más escuchada. A veces sucede que se forman pequeños grupos excepcionales en un espacio literario también excepcional y el encuentro dura un tiempo breve, poco más de una hora, pero la experiencia permanece para siempre y ayuda y estimula y renueva la curiosidad literaria, y nos anima a seguir con lo que estamos haciendo aunque a veces tanto nos agote.